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Migración y Seguridad Nacional en México: Desafíos en el Contexto Geopolítico Actual

Por: Sergio Santiago Núñez Galindo

La migración es un fenómeno social fundamental en la historia de México, un país que ha sido tanto origen de grandes flujos migratorios como punto de tránsito para miles de personas que buscan mejores oportunidades en Estados Unidos. Sin embargo, en el contexto actual, la migración plantea retos importantes en términos de seguridad nacional. La gestión migratoria no puede abordarse únicamente desde una perspectiva humanitaria; es necesario adoptar un enfoque integral que equilibre los derechos humanos con la protección de los intereses soberanos del Estado mexicano.

Hoy en día, la seguridad nacional de México enfrenta una complejidad sin precedentes. Los flujos migratorios están interconectados con problemáticas transnacionales como el tráfico de drogas, el contrabando de armas y la operación de grupos criminales que explotan a los migrantes mediante extorsión, trata de personas y trabajo forzado. No se trata de criminalizar la migración, sino de comprender cómo su mala gestión puede ser aprovechada por actores que representan una amenaza real para la estabilidad del país.

Un ejemplo claro es el tráfico de fentanilo, que se ha convertido en un problema de seguridad binacional. Estados Unidos ha intensificado la presión sobre México para contener esta actividad ilícita, lo que ha generado nuevas dinámicas en la relación bilateral. Al mismo tiempo, México enfrenta el flujo constante de armas provenientes del norte, muchas de las cuales terminan en manos del crimen organizado. En este contexto, las rutas migratorias pueden convertirse en canales adicionales para el traslado de sustancias ilícitas y armamento.

Las políticas restrictivas implementadas por la administración del presidente Donald Trump, aunque parcialmente modificadas durante el gobierno de Joe Biden, han dejado una marca profunda en la relación bilateral. Estas políticas no solo generan presiones económicas y sociales en México, sino que también incrementan los riesgos de seguridad interna al fomentar redes clandestinas dedicadas al tráfico de personas y armas, lo que alimenta la violencia local.

Es esencial que México proteja su soberanía y garantice su estabilidad. Sin embargo, también debe reconocerse que los migrantes no son un problema de seguridad por sí mismos; su vulnerabilidad los convierte en objetivos fáciles para las verdaderas amenazas a la seguridad nacional. Por ello, resulta fundamental fortalecer los mecanismos de atención a migrantes, desarrollar políticas eficientes de regularización y establecer acuerdos internacionales que protejan sus derechos sin descuidar la seguridad nacional.

Los migrantes no representan una amenaza directa para la seguridad nacional. No obstante, el fenómeno migratorio puede ser aprovechado por redes criminales dedicadas al tráfico de personas, drogas y armas e incluso a la infiltración de elementos extremistas. La solución no radica en medidas autoritarias que vulneren derechos fundamentales, sino en una política integral que garantice tanto la protección de la soberanía nacional como el respeto a los derechos humanos. Es indispensable que el Estado diseñe estrategias preventivas para mitigar estos riesgos sin recurrir a narrativas que criminalicen la migración. El equilibrio entre el resguardo de la seguridad y la protección humanitaria debe ser una prioridad para México.

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